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CIUDAD VICTORIA, 15 de enero.-Juan O’Gorman es una de las figuras más importantes de la vida cultural de México en el siglo XX; su ingenio abarcó la pintura, el muralismo y por su puesto la arquitectura.
Su legado conserva vigencia en el espacio público y la identidad cultural de México, un ejemplo de ello es el mural “Representación histórica de la cultura”, que engalana los muros externos de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ese espacio que en conjunto con Ciudad Universitaria fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO y representa una muestra del porqué O’Gorman es considerado uno de los artistas más relevantes de México.
Otra obra igual de sobresaliente es sin duda el conjunto que hoy es conocido como la Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, un espacio resguardado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y que en 1998 fue declarado Patrimonio Artístico de la Nación.
Este recinto representa uno de los momentos clave en la producción de Juan O’Gorman, pues es una de las primeras estructuras arquitectónicas funcionalistas en Latinoamérica.
Este espacio, proyectado cuando el artista tenía tan solo 24 años y cuya forma responde completa y únicamente a la relación con su función utilitaria, es un reflejo de la influencia que Le Corbusier, uno de los más grandes exponentes de la arquitectura moderna, dejó en Juan O’Gorman a través de su obra.
Podríamos enumerar una gran cantidad de obras plásticas y arquitectónicas existentes que son constancia del talento, posturas y mirada revolucionaria de este pintor, arquitecto y pensador.
No obstante, existe una obra de O’Gorman que demuestra que su legado resulta fundamental en la historia de la arquitectura en nuestro país.
Sin embargo, dicha obra no existe más que en la memoria de los registros fotográficos, planos y múltiples estudios que se han generado a raíz de la inquietud que dicho conjunto arquitectónico despierta por sintetizar parte del pensamiento y posturas teóricas de este gran arquitecto.
Se trata de la llamada Casa-cueva, la última estructura arquitectónica realizada por Juan O’Gorman y denominada por el propio artista como “la obra arquitectónica más importante de su vida”.