Información de UNICEF
PUERTO SUDÁN/AMMÁN/NUEVA YORK. – A medida que el conflicto de Sudán se adentra en su tercer año, el número de niños y niñas que necesitan ayuda humanitaria se ha duplicado, al pasar de 7,8 millones a principios de 2023 a más de 15 millones en la actualidad.
Si no se toman medidas urgentes, la grave crisis humanitaria que asola Sudán podría convertirse en una catástrofe aún mayor. Las partes en conflicto ejercen cada vez más violencia contra la infancia, mientras que el hambre y las enfermedades están en aumento. Los desplazamientos siguen alterando la vida de la población, al tiempo que disminuye el acceso de los agentes humanitarios a las familias y la financiación. Por si esto fuera poco, se avecina la temporada de lluvias –de mayo a octubre–, que a menudo ocasiona inundaciones y provoca un aumento de los casos de malnutrición y de las enfermedades.
“La violencia y los desplazamientos de los dos últimos años han destrozado la vida de millones de niños y niñas en Sudán. Las necesidades siguen superando la actual financiación humanitaria”, afirmó Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF. “Pronto empezará la temporada de lluvias y resultará más difícil llegar a los niños y niñas que ya se están viendo afectados por la desnutrición y las enfermedades. Insto a la comunidad internacional a aprovechar este momento crucial para tomar medidas y dar un paso al frente en favor de los niños y las niñas de Sudán”.
En Sudán se está viviendo la mayor crisis humanitaria y de desplazamiento infantil del mundo. Este año, más de 30 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria, y la mitad de ellas son niños y niñas. El conflicto ha obligado a casi 15 millones de personas a desplazarse, tanto dentro de Sudán como en otros países. Más de la mitad de esos desplazados son niños y niñas, y casi uno de cada tres es menor de cinco años. En las zonas donde surgen oportunidades para regresar, las municiones sin detonar y las restricciones de acceso a los servicios esenciales exponen a la infancia a un peligro aún mayor. A esto se suma que la hambruna se está extendiendo, que las tasas de vacunación están disminuyendo y que alrededor de un 90% de niños y niñas no están yendo a la escuela.