Agencia Portátil
Ciudad Victoria, 13 de mayo.-Las variantes del coronavirus han desatado nuevos temores en medio de la pandemia. Justo cuando las vacunas comenzaron a llegar a cada vez más personas, el mundo vio con preocupación los anuncios desde el Reino Unido, Sudáfrica o Brasil y más recientemente, desde la India, donde un repunte de la epidemia ha arrojado cifras inquietantes con miles de muertes y cientos de miles de contagios diarios.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado esta semana a la variante india, uno de los factores detrás del alza abrupta de los casos, como de “preocupación mundial” y ha dicho que ya está presente en al menos 44 países, entre ellos México. “No hay que alarmarnos ni llegar a un punto de histeria colectiva por las variantes del coronavirus, pero tampoco tenemos que bajar la guardia”, afirma Natali Vega Magaña, parte de un equipo de la Universidad de Guadalajara que fue pionero en investigar sobre la presencia de mutaciones y variantes en el país.
A pesar de que los cambios en el virus llevan meses en el radar mundial, aún existen confusiones en torno a palabras como “mutación”, “variante” y “cepa”. “Es normal que los virus evolucionen, pasa todo el tiempo”, explica Vega Magaña, que por las mañanas apoya en la aplicación masiva de pruebas en Guadalajara y por las tardes se vuelca a la investigación.
Los virus buscan replicarse para poder seguir infectando más células, explica la académica. Los virus hacen muy rápido una copia tras otra para seguir este proceso y a veces estas réplicas presentan cambios o errores puntuales que los diferencian de la versión original. Esas son las mutaciones. Solo hay un puñado de mutaciones que son de interés porque hacen que los virus sean más contagiosos o provoquen síntomas más severos. Las variantes suelen presentar varias mutaciones. En el caso de las cepas son tantos cambios en el virus que ya se le puede dar otro nombre. “Ya no hablarías del SARS-CoV-2 [el coronavirus que provoca la covid-19], sino del SARS-CoV-3”.
Una de las mutaciones de interés identificadas a finales de enero por el equipo de Vega Magaña fue la E484K, apodada por los científicos Erik. El nombre científico se refiere a que cambió un aminoácido E por uno K en la posición 484. Es llamada también una mutación de escape porque permite al coronavirus eludir más fácilmente la respuesta de los anticuerpos que defienden al organismo y está presente en las variantes de Sudáfrica y Brasil, por ejemplo. Los hallazgos de la Universidad de Guadalajara hicieron pensar que se trataba una variante mexicana, pero al final las autoridades epidemiológicas dijeron que se trataba de una de las dos variantes brasileñas, la P.2.
—¿Por qué no ha habido una variante mexicana?
—A lo mejor no la hemos encontrado (…) Yo te aseguro que por ahí anda o que anduvo porque hubo tantos casos en México que es normal que el virus mute y se pueda hacer una variante. El problema es que no tenemos la infraestructura para estarlo detectando en tiempo. Al final de cuentas son suposiciones y lo cierto es que no hemos tenido una variante que sea tan letal o contagiosa como en otros países.
“La detección de variantes es una tarea complicada cuando la cantidad de muestras es alta, se requiere de mucho tiempo y trabajo”, señala Vega Magaña. La secuenciación de las variantes se ha concentrado en países desarrollados como el Reino Unido, lo que explica que la variante británica fue una de las primeras en identificarse. Es un proceso costoso. La académica apunta que tarda unas tres o cuatro horas y cuesta alrededor de 1.000 pesos (50 dólares) analizar cada muestra, aunque varía de acuerdo con la cantidad de muestras que se procesen. Su equipo ha estudiado alrededor de 1.700 muestras, aunque no han secuenciado todas, solo las que tienen mutaciones de interés declaradas por la OMS. Es una batalla contrarreloj porque se necesita tener resultados con unos 15 días de margen para que se puedan tomar medidas epidemiológicas que protejan a la población.
“En países en vías de desarrollo como el nuestro es un tanto complejo”, dice Vega Magaña, que usa las PCR para matar dos pájaros de un tiro: diagnosticar a la población de Jalisco y avanzar en el análisis sobre las variaciones. “El problema que tenemos en México es que la vigilancia epidemiológica no se hace de forma aleatoria o constante”, señala la académica, sobre la falta de pruebas masivas en el país y sobre la decisión de no pedir diagnósticos negativos para entrar al país. “Tenemos una puerta abierta para que entren diferentes personas que pueden estar acarreando virus con alguna de estas mutaciones”, agrega, “no sabemos si los casos detectados son los primeros portadores o si son infecciones que ya se han hecho comunes en la región”.
“Se tiene que invertir más en ciencia, es una oportunidad para darle el peso que se necesita y tener una mejor infraestructura en beneficio de la sociedad”, sostiene Vega Magaña. La especialista también señala que el amplio uso de pruebas de antígeno aplicadas de forma casera, en farmacias o sin reportar al Gobierno también dificulta un control de las mutaciones que existen. Ella coincide en que estamos en un momento en el que vamos a ciegas: “Para saber en qué punto estás de la pandemia necesitas pruebas, pruebas y más pruebas”. “Los datos han disminuido muchísimo y a su vez, la demanda de pruebas”, advierte. “La pandemia ha disminuido en México, pero también es muy probable que no estemos teniendo toda la información”, agrega.
El tema de las variantes y mutaciones es que son más comunes entre más circula el virus. A partir de aquí hay una paradoja. Se habla, por un lado, de la posibilidad de alcanzar la inmunidad de rebaño si buena parte de la población entra en contacto con el virus, una hipótesis de por qué no ha habido una nueva ola de contagios en el país. Por el otro, el riesgo de que surjan mutaciones de preocupación aumenta mientras más personas se enfermen.
La respuesta y adecuación de las vacunas ante las nuevas variantes también están en el punto de mira de la comunidad científica. “La vacunación llegó para quedarse”, vaticina la experta y asegura que lo más probable es que habrá que ponerse refuerzos después de un lapso de tiempo y que habrá que tener un “mapa de variantes”, para saber dónde algunas versiones del virus son más prevalentes. Por eso, asegura Vega Magaña, es crucial no confiarse y mantener las medidas de distanciamiento y uso de cubrebocas. “No hay una respuesta 100% correcta ante las variantes”, dice la especialista antes de concluir la entrevista, “pero si estamos informados y actualizados vamos a poder combatir el virus”.