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Ciudad de México, 8 de diciembre.-La historia no es imparcial; las grandes narrativas que cuentan el devenir de la humanidad poseen un sesgo que es resultado de la asimetría de poder histórica entre hombres y mujeres.
Por ello, no es casual que en los grandes relatos las mujeres sean relegadas a un papel secundario o complementario; pues las formas dominantes en las que se hace historia poseen una perspectiva masculinista en la que el hombre es sinónimo de humanidad.
Luis Vargas Santiago historiador del arte señala que hacer historia es “resultado de un ejercicio de poder que pone de relieve ciertos eventos, personas y procesos al tiempo que oculta otros, los margina, los borra”.
En la historia del arte existen silencios que niegan la existencia y producción artística de mujeres; con todo y las dificultades que implicaba que una mujer realizara tareas que solo eran consideradas propias de los hombres ilustres.
Como indica la investigadora Anne Staples, las mujeres consideradas en el siglo XIX debían tener medios económicos para adquirir una amplia cultura, pues si no se tenía una fortuna era imposible acceder al arte.
“Entre las mujeres, más que entre los hombres, tener fortuna o pertenecer a una familia acomodada era prácticamente un requisito para ingresar a la élite del conocimiento, y aun así muy pocas lo lograban. Los hombres, en cambio, conseguían oportunidades que las mujeres ni soñaban”.
Este es el contexto en el que tiene lugar la obra de dos mujeres consideradas precursoras de la pintura femenina en México; se trata de Josefa Sanromán y Juliana Sanromán, hermanas que formaban parte de una familia originaria de Lagos de Moreno, Jalisco,
La historia de estas pintoras ha sido recogida en las investigaciones de Angélica Velázquez Guadarrama, maestra y doctora en Historia del arte por la UNAM.
“Las historiadoras del arte feministas se dedicaron a identificar y llevar al conocimiento público a las artistas que habían sido pasadas por alto por los discursos tradicionales que enfatizaban conceptos tales como genio, originalidad y consagración de obras maestras”, finalizó.