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BUENOS AIRES, 10 de enero.-Caminito es uno de los paseos más emblemáticos de la Ciudad, un atractivo imperdible para quienes la visitan. Con sus conventillos de chapa pintados de distintos colores es también un museo a cielo abierto de casi 150 metros de longitud. Pisar Caminito es asomarse a los orígenes de Buenos Aires.
De hecho, su trazado sinuoso se debe a que, hasta principios del siglo XX, por allí pasaba el cauce de un arroyo. Esta zona era conocida popularmente como «Puntin», el diminutivo de «puente» en dialecto genovés. Porque aclaremos que esa colectividad italiana, que se afianzó en el barrio de La Boca, es lo que le dio la impronta a la zona.
Durante mucho tiempo este tramo formó parte del recorrido del ferrocarril a Ensenada (a una hora de Buenos Aires). Hasta que, en 1928, el ramal fue clausurado y la vía se convirtió en un callejón abandonado.
El arroyo se secó. Los rieles cayeron en desuso. Sin embargo, contra todo pronóstico, este rincón porteño estaba destinado a convertirse en uno de los sitios más icónicos de la Ciudad.
Cuando todo comenzó
Fue recién en 1959 que, gracias a la iniciativa de varios vecinos y a la donación de muchos artistas, se recuperó el terreno para convertirlo en un paseo peatonal reconocido como “museo a cielo abierto”. Uno de los grandes impulsores de la puesta en valor de la zona fue el pintor Benito Quinquela Martín, quien creció en La Boca y fue un gran benefactor de este barrio.
Fue el propio Quinquela Martín quien, en 1959, impulsó que se bautizara a esta calle con el nombre del célebre tango “Caminito”, compuesto por Juan de Dios Filiberto y Gabino Coria Peñaloza.
Finalmente, el 10 de septiembre de 1959, el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires sancionó por unanimidad una ordenanza que estableció la incorporación de la Vuelta de Rocha al Código de Edificación. Uno de sus incisos estableció que el acabado superficial de las fachadas principales de los edificios que se construyeran, pintaran o refaccionaran en la Vuelta de Rocha y varias manzanas adyacentes, deberían pintarse en los colores y tonos que determinara una comisión integrada por “un representante del Honorable Concejo Deliberante, un arquitecto designado por el departamento ejecutivo entre el personal municipal y el artista pintor don Benito Quinquela Martín”.
El gran benefactor
Quinquela Martín no dejó su huella sólo en la Vuelta de Rocha, sino que además donó a la Ciudad cinco terrenos que se convirtieron en instituciones con fines diferentes. Dos de ellos son la Escuela-Museo Pedro de Mendoza y el Museo Benito Quinquela Martín, donde vas a poder disfrutar de su obra.
“Cuanto hice y cuanto conseguí, a mi barrio se lo debo. De ahí el impulso irrefrenable que inspiró mis fundaciones, todas ellas afincadas en la Boca. Por eso mis donaciones no las considero tales, sino como devoluciones. Le devolví a mi barrio buena parte de lo que él me hizo ganar con mi arte. Los dos los siento como fundidos dentro y fuera de mí mismo”, decía el pintor, que falleció en enero de 1977.
Arte, arte, arte
En diciembre de 2023 se sumaron esculturas al paseo. Entre ellas, una en homenaje a Quinquela Martín, En tu recorrido, vas a encontrar una réplica de su retrato, realizado en 1929 por su amigo el escultor Luis Perlotti.
También se recuperó la obra Estibador, de Pascual Guisasola Contell. que estuvo en Caminito hasta que fue vandalizada en 1989. Veinticuatro años más tarde, se realizó el nuevo calco sobre la escultura original.
Curiosidades
¿Sabías que, en realidad, la letra del tango “Caminito” nada tiene que ver con este tramo del barrio de La Boca sino que nació como un poema escrito por Gabino Coria Peñaloza, en 1903, en homenaje a un sendero que está en la provincia de La Rioja, más precisamente en la localidad de Olta?