Agencia Portátil
Ciudad Victoria, 28 de enero.-Llamaron a crear lazos con visitantes y comunidades para dejar atrás las malas prácticas que lo afectan, así como la creencia que hay tesoros en los sitios en los que se aloja.
Otra medida está en recrear digitalmente los contextos; los modelos en 3D de la Cueva de las Monas, en Chihuahua, que ya permiten su visita virtual, son uno de los ejemplos
Ubicados en espacios naturales aislados, los sitios con manifestaciones gráfico-rupestres enfrentan diversas problemáticas vinculadas tanto con su exposición al intemperismo, como con la visita masiva, así como de personas, a veces malintencionadas, que buscan ‘dejar su huella’ sobre contextos cuyas antigüedades son centenarias o, incluso, milenarias.
En el segundo día de actividades del II Coloquio Virtual ‘Boca de Potrerillos’ sobre investigación, conservación, protección y gestión de sitios con manifestaciones gráfico-rupestres, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su representación estatal en Nuevo León, académicos abordaron este particular y vislumbraron posibles vías de solución al mismo.
Durante la actividad, transmitida por el canal INAH TV en YouTube, en sintonía con la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, coincidieron en que el punto medular para atender el vandalismo de sitios patrimoniales, es generar procesos de corresponsabilidad entre autoridades, comunidades y visitantes.
Arqueólogos, restauradores y otros especialistas insistieron en fortalecer el diálogo con las comunidades y los visitantes, toda vez que ante los vaivenes trianuales o sexenales de las administraciones públicas, es de mayor importancia difundir el valor cultural de los sitios para que la ciudadanía se apropie de ellos y los proteja.
Lo anterior conducirá, dijeron, a dejar de lado añejas creencias que han significado graves daños al arte rupestre, como aquella que en estos lugares se alojan tesoros —citando casos como La Proveedora, en Sonora, sitio cuyos petrograbados se emplazan sobre una antigua mina de cobre—, así como diversas prácticas perjudiciales para la conservación de las pinturas.
Otra alternativa de concientización que se expuso en la reunión virtual, es usar modelos 3D para recrear digitalmente los sitios rupestres y visitarlos desde computadoras o aplicaciones de teléfonos celulares. Esta solución permitiría acercar tal patrimonio a personas con discapacidad que no pueden trasladarse a los entornos naturales, y también es un modo no intrusivo con el cual los expertos pueden eficientar su trabajo de investigación.
En este sentido, el pasante en arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Javier Rodríguez de la Rosa, compartió los resultados de un proyecto de digitalización que ha emprendido en el sitio gráfico-rupestre conocido como Cueva de las Monas, en Chihuahua.
Localizado 60 kilómetros al noroeste de la capital de ese estado, el sitio se ubica en una formación rocosa conocida como Las Monas, misma que tiene un lago perenne y una oquedad central que alberga tres capas pictóricas de arte rupestre.
Como medida preventiva al turismo masivo, en esa cueva existe una malla que separa dichos elementos de los visitantes. Por lo mismo, agregó Rodríguez de la Rosa, los dos modelos en 3D que ya se encuentran en línea, una vista exterior y otra interior del lugar, “se vuelven una opción idónea de divulgación”.
Sobre de los motivos registrados en esta cueva, el investigador relató que los más remotos son los que se identifican con el estilo denominado “Chihuahua o Polícromo Abstracto”, cuya antigüedad se remonta, incluso, hasta el año 11000 a.C., plasmado en elementos como círculos con líneas verticales que se han asociados con representaciones de peyote.
Un segundo estilo pertenece al periodo colonial, entre los siglos XVI y XVIII, representado por figuras de individuos vestidos a la usanza española, evocando, quizá, la presencia de indígenas conchos, tobosos o rarámuris vestidos con prendas hispanas, o bien de misioneros cristianos, ya que se reconoce un personaje que sostiene una cruz, y porta chaleco y capa.
Finalmente, el ponente dijo que una última capa pictórica pertenece al paso de los siglos XVIII y XIX, época para la cual se teoriza la presencia de nativos americanos en esa región del actual Chihuahua, quienes habrían sido representados en figuras naturalistas, portando penachos o cuernos, y acompañados de dibujos ‘totémicos’ aludiendo a huellas animales como el oso negro americano.